sábado, 29 de junio de 2013

Capítulo 13.




Sus ojos verdes hicieron que tuviera un escalofrío. Mi mente recordó el momento en el que había estado con Jaime y la frase que usó Adrián poco después. Pero no culpes a Jaime, él no tiene nada que ver.
Me había pasado toda la semana prácticamente huyendo cada vez que le veía, pero ahora sabía que fue inútil. Mis sospechas se confirmaron. Se trataba de Isaac.
Quería salir corriendo de allí pero estaba paralizada. Apenas podía respirar. Isaac se encargó de romper el silencio.
-¡Hola, preciosa! Ya estaba pensando que no vendrías –saludó sonriendo irónicamente.
-¿Cómo sabías que…? –empecé a preguntar, aunque me paré en seco cuando me vi sorprendida por su abrazo.
Isaac olía de maravilla, aunque me era imposible identificar a qué. No era a ningún tipo de perfume, eso estaba claro. Al igual que Adrián, parecía tener un olor propio que resultaba cautivador. A pesar de eso, quería que me soltara, y de inmediato. Pero no lo hizo. Me apretó aún más hacia él, haciéndome daño. Me agarraba de una forma demasiado parecida a la de la playa, cosa que me aterraba.
Justo cuando iba a gritar exigiéndole que me soltara, lo hizo y me revolvió el pelo sin mucha delicadeza. Me lo arreglé como pude y le miré con cara de pocos amigos. Mis ojos se habían acostumbrado a la mala iluminación del local, y pude ver la expresión divertida de Isaac. Se lo estaba pasando en grande, eso seguro.
Como si adivinara mis pensamientos, Isaac volvió a sonreír.
-Sentémonos, ¿te parece?
Asentí con la cabeza y nos sentamos cada uno en un asiento de piel. El camarero no se acercó a preguntarnos nada cosa que me extrañó y me alivió a la vez.
Isaac se echó hacia atrás el flequillo, que le había crecido un poco desde la última vez que nos vimos.
-Bueno, preciosa, ¿qué es de tu vida?
-Deberías saberlo –contesté de forma cortante-. Mi vida ha sido un caos total desde que apareciste.
-Vamos, no exageres –dijo con tranquilidad-. Sabes que conmigo tu vida es mucho más entretenida.
-Ya, seguro –no me molesté en poner los ojos en blanco-. ¿Y qué es de tu vida? Llevo varios días sin saber nada de ti.
Intenté sonar convincente, pensando que sería mejor si me daba respuestas sin saber mis verdaderas intenciones. No me fiaba de él.
-Con que me echabas de menos, ¿eh? –soltó una risotada- Vaya, preciosa, no sabía que me apreciaras tanto.
Quise abofetearle otra vez. Pero me contuve.
-¿Por qué te interesa tanto mi vida? ¿No será que quieres… otra cosa? –continuó.
Genial, había fallado.
-¿No puede preocuparse una amiga por la vida de su amigo? –pregunté inocentemente. 
-Eso no te lo crees ni tú, preciosa –dijo sonriendo-. Pero ya que lo preguntas, te contaré que he estado dos semanas ahí abajo, tratando asuntos de la nobleza y esas tonterías. Y también torturando un poco, para qué engañarnos.
-¿Ahí abajo? –pregunté temerosa.
-Ya sabes. El averno, infierno o como quieras llamarlo.
-Ya. Muy gracioso.
-¿No me crees? –preguntó volviendo a sonreír. Odiaba esa sonrisa-. Entonces pregunta lo que quieras, preciosa. Sé que has venido porque tu amiguito no ha querido decirte nada sobre nosotros.
Apoyó los codos en la mesa y puso una mano en su mentón. Parecía querer darse un aire interesante. Cada vez me arrepentía más de haber ido.
-No me llames preciosa.
-Ya hemos tenido esta conversación antes, preciosa. Y ya conoces la respuesta.
Respiré hondo.
-Está bien. Quiero que me expliques todo: por qué tengo la sensación de conoceros a ti y a Adrián, por qué él no quiere decirme nada, qué se supone que sois y por qué os odiáis. Ah, y también quiero que me digas si fuiste el de la playa.
Lo dije todo rápidamente, sin respirar y casi sin pensar. Me arrepentí al momento de haber dicho la última frase, pero Isaac volvió a sonreír.
-¿Algo más?
Pensé unos instantes.
-Este collar… -dije mientras me lo sacaba de debajo de la camiseta de Avenged Sevenfold- ¿tiene algún significado?
Abrí los ojos como platos cuando vi que el collar volvía a estar negro. Isaac soltó una carcajada.
-Veamos… de todas las preguntas que has hecho, contestaré a una totalmente gratis.
-¿A cuál? –pregunté esperanzada.
-Sé perfectamente la razón por la que ese caído no quiere decirte nada –dijo, usando un todo despectivo en la palabra caído. Espero unos segundos para ver mi cara de expectación-. Porque es un idiota rematado.
Volvió a reír. Intenté ocultar mi decepción como pude.
-¿Por qué le has dicho caído? –dije, enfadada. No sabía qué significado tenía, pero me fastidiaba.
-Hay que llamar a las cosas por su nombre –respondió encogiéndose de hombros.
-¿Y qué significa?
-Eso entra en el apartado de preguntas no gratuitas –dijo volviendo a sonreír.
Quise abofetearle otra vez.
-¿Quieres algo a cambio?
-Nunca trabajo gratis, preciosa.
-¿Y qué quieres? –pregunté, temerosa.
-Vamos, preciosa. Sabes perfectamente lo que quiero. Te lo ofrecí hace un tiempo, pero me llevé una bofetada como respuesta. ¿Qué me dices ahora?
Mis mejillas se tiñeron de rojo.
-Eres un cerdo –mascullé apartando la vista de él.
-¿Por pedirte un rato de placer? No sabía que fueras tan mojigata, preciosa. Podríamos pasarlo tan bien.
-Pero… ¡estás pidiendo que me acueste contigo!
-Exactamente –dijo sonriendo de oreja a oreja.
Lo fulminé con la mirada.
-¿Es esa la única opción?
-Me temo que es mi mejor oferta. A no ser que prefieras hacerme disfrutar a mí solo –dijo guiñando un ojo.
-Pues va a ser que no. Me voy –dije lo más tranquilamente que pude. Me encaminé a la salida de aquel extraño lugar lo más rápidamente que pude.
Apenas había dado un par de pasos fuera de la cafetería cuando la voz de Isaac me paró en seco.
-¿Adónde te crees que vas? –me preguntó fieramente. Estaba a mi lado. Di un paso hacia atrás instintivamente.
Estaba aterrada, pero también furiosa. Adrián tenía razón.
-Nadie, repito, NADIE me rechaza tres veces, preciosa. Recuérdalo.
Agarró mi cara violentamente, clavándome los dedos en las mejillas.
-¡Y yo te he dicho que me voy! –le dije gritando y empujándole con una fuerza que no creía tener.
Sorprendentemente, Isaac me soltó y retrocedió unos pasos. En su gesto divertido se distinguían asombro y fascinación.
No sabía describir cómo me sentía exactamente. Me sentía poderosa y fuete, pero también había algo más. Algo que parecía gritar que atacara a Isaac.
Alargué una mano, temblorosa, y de ella empezaron a salir chispas blancas con un tono amarillento. Isaac adoptó una posición defensiva, pero apenas salieron unas chispas más.
Tenían un gran parecido con la luz que vi salir de las manos de Adrián, aunque la de él era blanca completamente. Además de que lo que había salido de mis manos eran simples chispas.
Todo el poder que había sentido se desvaneció con la última chispa. La risa de Isaac se oyó fuertemente.
-¿Eso es todo, preciosa? Es una pena, creía que me iba a divertir un poco.
Se acercó rápidamente hacia mí y me acarició suavemente la mejilla, justo donde antes había apretado. Tenía la zona algo dolorida. Cerré los ojos cuando pasó uno de sus dedos por mi mandíbula. Estaba aterrada.
-Déjame en paz –susurré.
-¿Por qué no aceptas? En el fondo no quiero hacerte daño, preciosa.
-No quiero nada contigo. No me gustas.
-Sin embargo, hace unos minutos parecías muy preocupada por la vida de tu ‘’amigo’’, ¿no es así?
-Sólo quería respuestas –balbuceé.
-En el fondo no somos tan distintos, preciosa. No tienes verdadero interés en mí. La curiosidad te ha llevado hasta aquí, pero yo no soy la persona más indicada para darte las respuestas que quieres. Pero te has dado cuenta demasiado tarde.
Posó sus labios en mi cuello. La temperatura corporal de Isaac parecía ser altísima. Noté cómo mis pensamientos perdían coherencia. Lo único que podía sentir era en el calor de sus labios sobre mi cuello. Poco después, pensé que era una sensación agradable.
Empecé a desear que sus labios se unieran con los míos cuando una voz familiar se interpuso en mis pensamientos.
-Te ha dicho que la dejes en paz. ¿Tienes que llegar a sucios trucos para conseguir algo de sexo? –preguntó Adrián, logrando el efecto deseado: Isaac me soltó inmediatamente.
En cuanto lo hizo, una tremenda repulsión hacia Isaac invadió todo mi cuerpo, pero la ignoré.
Adrián estaba aquí, de nuevo salvándome de una de mis tonterías. Una sensación de mareo se apoderó de mí y me apoyé en una pared para no caerme, aunque Adrián ya estaba a mi lado, sujetándome. Sus ojos mostraban decepción y dolor. Supe que no me perdonaría jamás. Me lo merecía.
-Vete a casa, Sandra. Ya hablaremos –me dijo en un tono serio y sin emoción.
Quise contestarle, pero un nudo en la garganta me lo impedía.
-Oh, yo creo que no hablaréis –interrumpió Isaac-. Me has vencido demasiadas veces, Caído. No creas que vas a salir vivo de esta.
Sentí que mi corazón se paraba. Miré a Adrián con una expresión de terror.
-No le hagas caso –me intentó tranquilizar, aunque no lo consiguió -. Vete a casa, Sandra. Ya hablaremos.
Negué de forma casi imperceptible con la cabeza.
-Hazme caso por una vez en tu vida y vete –me dijo seriamente.
-Ten cuidado, por favor –conseguí decir.
-Lo tendré si te vas ahora mismo.
Asentí y me fui de allí oyendo las constantes burlas de Isaac, que parecía decirle que por mucho que viniera a salvarme seguía siendo despreciable. Me giré un segundo, y pude ver cómo desaparecieron de la calle a la velocidad de la luz. Del lugar donde antes había estado Adrián empezó a caer con lentitud una pluma blanca. Me apresuré en cogerla y volví a casa entre sollozos.
Supe con total certeza que la pluma pertenecía a Adrián.

Premio One Lovely Blog Award... ¡por partida doble!

¡Hola a todos de nuevo! Estoy bastante sorprendida porque me han nominado al mismo premio las bloggeras Kaitt (cute and kawaii blog) y Mery* (Una tormenta un mundo y una idea) . Como se han tomado la molestia de nominarme y de pensar en las preguntas, contestaré a ambas.
 
Las reglas de este premio son:


-Nombrar y agradecer al blog que te concedió el premio.

-Hacerte seguidor del blog que te concedió el premio.

-Responder a las 11 preguntas que te hace.

-Nominar a 11 blogs que tengan pocos seguidores. 

-Hacer 11 preguntas a los nominados. 

-Informarlos a cada uno de ellos. 


Empiezo con las preguntas de Kaitt, que creo que fue quien me nominó primero.

 1. ¿Comida favorita?  No puedo vivir sin pizza. 


2. ¿Libro o libros favoritos? Donde los árboles cantan, la saga Hush, hush o Los juegos del Hambre.

3. ¿Película y actor favorito? Película V de Vendetta, actor (o actores, más bien) Johnny Depp, Sam Claflin y Adam Sandler.

4. Si pudieras viajar ahora mismo, ¿a dónde irías? A Tenerife, a conocer a una de mis mejores amigas.

5. ¿Cuáles son tus principales sueños? Ser capaz de escribir un libro, hacer algo que me guste de verdad y encontrar el amor.

6. ¿Superhéroe favorito? No soy muy aficionada a los superhéroes xD Elijo a Libélula (?)

7. Si pudieras ser un animal, ¿cuál serías? Un delfín.

8. ¿Nombre real? Cristina Núñez.

9. ¿Cuántos años tienes en realidad? Me queda menos de un mes para cumplir los 15 ^^

10. ¿Por qué creaste un blog? Porque quise compartir lo que escribía y saber lo que la gente opinaba.

11. ¿Blog favorito? (link) Las nubes de Garonne

Ahora sigo con las preguntas de Mery*

1. ¿Qué tipo de libros sueles leer y porque? Libros románticos en su mayoría, aunque estoy empezando con los de terror. También leo los de aventuras. Porque son los géneros que más me llaman la atención, la verdad.

2. ¿Recuerdas cual fue el libro que te hizo ser una amante de la lectura? No D: Leía desde pequeña, así que sería alguno de los libros que estaban por clase. Sí que recuerdo con especial cariño el libro Hay un chico en el baño de las chicas. 

3. ¿Qué te gusta escribir (Novelas, Relatos , Poemas…)? Escribo novelas y relatos, aunque creo que no habéis visto ningún relato mío. Los poemas me gustan, pero creo que no tengo madera para escribirlos.

4. ¿Has pensado en dedicarte profesionalmente o es solo una afición? De momento es sólo una afición. Escribo porque me gusta y me apetece. El sueño de cualquier escritor es poder dedicarse profesionalmente a ello, pero no lo tengo muy claro.

5. Si tuvieras que elegir a 3 escritores preferidos ¿Cuáles serian?  Laura Gallego, Alexandra Adornetto y Suzanne Collins.

6. ¿Te has presentado algún concurso literario? Y si no lo has hecho ¿te gustaría? Me presenté al concurso de Coca-Cola el año pasado, aunque hice una cosa bastante rara, y me hubiera gustado participar en el de microrrelatos del instituto, pero no pude por unos problemillas.

7. ¿Qué prefieres los libros o las películas de los libros? Los libros, por supuesto. Las películas no hacen más que estropearlos (al menos la gran mayoría).

8. ¿Cuál es la peor película sobre un libro que hayas visto? Los juegos del Hambre.

9. ¿Crees que el cine depende de los escritores o que los escritores dependen del cine? Ninguno de ninguno, sinceramente xD

10. ¿Cómo sueles inspirarte? ¿espontáneamente , con música, leyendo …? Me puede entrar la inspiración en el lugar más insospechado. Llega sin avisar y a veces con la ayuda de un dibujo, un sueño o una situación.

11. Y por ultimo ¿ Como seria tu mundo perfecto? Mi mundo perfecto sería un mundo en el que existiera todo lo que se encuentra en los libros. Seres sobrenaturales, ya sean buenos o malos, y lo más importante, que exista la magia. 

Le concedo el premio a los blogs...

Las nubes de Garonne 
Recuérdame  
La dibujante de sonrisas 
Locas imaginaciones 
Mariposas en el alma
~~ STEPHANIE LINO ~~ 
La chispa de la imaginación 
Cansada de Besar Sapos 
El beso del ángel. 
Forever a dream. 
Una voz angelical

Y ahora, las 11 preguntas.

1. ¿Por qué escribes? 
2. ¿Cuál es tu principal afición aparte de escribir? 
3. ¿Necesitas algo especial para poder escribir? 
4. ¿Género de libros favorito? 
5. Si pudieras ir a algún lugar para escribir con total calma y tranquilidad... ¿adónde irías? 
6. ¿Algo que te guste y algo que no te guste de tu forma de escribir?
7. ¿Cuál es el último libro que has leído? 
8. ¿Tienes un grupo de música/cantante favorito? ¿Cuál?
9. ¿Me recomiendas un libro? 
10. ¿Crees que existe algún ser sobrenatural que aparezca en los libros? 
11. ¿Película favorita? 

Y esto es todo. Besitos.




martes, 25 de junio de 2013

Premio Miénteme con verdad.

¡Hola de nuevo! He sido nominada por Garonne a premio Miénteme con verdad. Aunque le he preguntado no tengo demasiado claro qué hacer, aunque intentaré sacar algo de provecho.

Primero tengo que decir 5 mentiras, después cinco respuestas y, para terminar, nominar a 5 blogs.

Así que... ¡allá voy!


Cinco mentiras. 

1. Soy una persona totalmente optimista y segura de mí misma. - Que quiera dar esa imagen no significa que lo sea. Es más, soy demasiado negativa a veces.

2. No me importa que alguien pase de mí mientras hablamos. - Me suelo deprimir mucho por eso, aunque suela decir que no me importa, me siento algo abandonada.

3. Escribo bien. - No llevo ni un año escribiendo en serio, y no me considero para nada buena. Además, soy incapaz de terminar lo que empiezo.

4. No me importa la opinión de la gente. - ¡La opinión siempre importa! Otra cosa es que no se demuestre o se pase, pero no se puede evitar estar afectado, aunque sea un momento.

5. Estoy feliz ahora mismo. - Aunque tendría que estarlo, no me siento feliz.

Cinco respuestas.

1. ¿Cómo sería el libro perfecto? El libro perfecto tiene que conseguir llegarte. Debe hacer que te sientas dentro de la historia, que los personajes te hagan reír y llorar y que te sientas vacío al terminar el libro, como si la historia te perteneciera y no quisieras que acabase nunca.


2. ¿Cómo fomentarías la lectura? Dando ejemplo, por supuesto. ¿Cómo puedes decirle a alguien que lea si nunca te ha visto leer?

3. ¿Tienes alguna manía a la hora de leer? Desconecto totalmente del mundo. Me hablan y paso 3 kilos, y después ''vuelvo a la vida'' hablando como si nada.

4. ¿Qué piensas de la autopublicación? Está bien para una persona que lo tenga claro, aunque yo personalmente no lo haría. Aunque bueno, tampoco publicaría de ninguna otra forma, así que no me hagas mucho caso.

5. ¿Conoces el nombre del viento? (no me refiero al libro, sino al nombre xD) Esta pregunta me ha dejado bastante descolocada xD Creo que no.

Mis preguntas. 

1. ¿Tienes libro favorito? ¿Cuál?

2. ¿Y escritor favorito?
3. ¿Tienes pensado publicar?
4. ¿Cómo fueron tus comienzos por Blogger?
5. ¿Desde cuándo escribes?

Los nominados. 

1. Recuérdame  
2. Nos conocimos en un bar 
3. El beso del ángel
4. Una voz angelical
5. Mariposas en el alma.

Y esto es todo. Tengo otros dos premios de los que hacer entrada, pero todo a su tiempo.






Capítulo 12.



Apenas hablamos en el camino de vuelta. Cualquier tema de conversación que sacáramos resultaba inútil y doloroso.
Adrián me dejó en casa, y no pude evitar pensar en la despedida que habíamos tenido un par de noches antes. Me prometí a mí misma no llorar, e intenté resistir como pude. Volvió a pedirme perdón por no poder ofrecerme una triste amistad y me pidió que no cometiera ninguna locura. Arqueé las cejas levemente, pero lo suficiente para que Adrián se diera cuenta.
-Te lo digo de verdad, Sandra. No hagas nada que pueda hacerte daño.
Puse los ojos en blanco.
-Prométeme que no harás ninguna locura – me suplicó.
-No – respondí con un hilo de voz.
Adrián sonrió amargamente. Me sentía fatal, pero peor me sentiría si le hubiera dicho una mentira descarada.
-Por favor. Entiende que no quiero que te hagan daño.
Su rostro, que siempre me había parecido algo infantil, adquirió una preocupación que me partió el corazón en varios pedazos. Como si lo hubiera destrozado.
-Entiende tú que yo quiero respuestas –refunfuñé en voz baja.
Ahora fue él el que puso los ojos en blanco. Parecía estar hartándose poco a poco de mí, lo que me parecía de lo más normal del mundo.
-Entonces no dejaré que vayas.
-¿Qué?
-Aunque tenga que estar persiguiéndote todo el tiempo que haga falta. No dejaré que vayas a encontrarte con él. No pienso dejar que te arriesgues de esa forma por una estupidez.
-Para mí no es una estupidez –repliqué perpleja-. Es el porqué de las cosas que me están pasando últimamente. No te haces una idea del miedo que paso, Adrián. Si al menos supiera algo…
-Estás buscando la ayuda inadecuada. Sandra, por favor –volvió a suplicar. No podía más.
-De acuerdo –me rendí -. No iré a buscarle, ¿te parece bien?
Me miró durante unos instantes, y supe que no me creía. Pero también supe que no iba a insistir más, al menos de momento.
-Sí –dijo suspirando.
La discusión parecía haber llegado a su fin.
-Bueno, te veré en clase –dije vacilante. Por mucho que me incordiara su falta de respuestas, no quería que se fuera. No sabía cómo podía ser mi reacción al día siguiente.
-Eso espero. Sandra…
-¿Sí? –pregunté con un hilo de voz.
-Cuídate, por favor –dijo sencillamente.
-Cuídate tú también. Y gracias –añadí vacilante.
-¿Por qué?
-Por todo. Has vuelto a salvarme y… no sé cómo podré agradecértelo.
-Me conformo con que no comentas ninguna estupidez.
Suspiré. Adrián me dio un beso en la mejilla y estuve a punto de llorar. Me metí en casa sintiéndome la persona más horrible del mundo.

Decidí esperar algo más de una semana para llevar a cabo mis planes.
Durante ese tiempo, decir que me sentía mal era quedarme corta. Adrián me preguntaba en clase cosas como qué tal me encontraba, y tenía que esforzarme para decirle que estaba bien. Notaba que sus preguntas incluían si tenía intención de hacer algo, pero no lo mencionó una sola vez. Sabía que no podía decirme nada en un lugar donde había gente que podía escucharnos. Por eso yo tampoco le pedí explicaciones. Eso era algo que nos pertenecía a nosotros.
No le veía fuera de clase, pero tenía la sensación de que me observaba.
En uno de esos días, Esther me acompañó a casa. Intuí que no lo hacía porque le apeteciera especialmente, pero aun así me esforcé en hacer comentarios amables sobre su relación con Leo.
-¿Por qué no me dices qué te pasaba el otro día? –me preguntó algo irritada-. Quise preguntarte, ¡pero te fuiste! ¿Dónde te habías metido?
-Eh…
-¿Por qué no me lo quieres decir? ¿Acaso no soy tu amiga?
Sí, claro que lo era. Pero no podía decírselo, por lo que opté por una mentira camuflada.
-Me he enfadado con Adrián –empecé-.  El sábado, en la fiesta. Por eso me fui a casa, estaba demasiado cabreada. Y el lunes seguía igual, por lo que me fui antes de que pasara algo. Pero ya está todo solucionado.
-¿Fue por Ashley? –me preguntó tranquilamente-. La escuché comentar algo de que había conseguido separaros un rato. Creo que no le caes muy bien –añadió algo incómoda.
-Sí… fue por ella.
Esperé haberlo dicho sonando avergonzada, pero en el fondo me daba igual. Que una chica del pueblo me odiara era el menor de mis problemas. Me sentí tranquila por ver que parecía habérselo creído.
-Así que Adrián, ¿eh? –me preguntó con una sonrisa-. Es verdad que cuando está contigo se muestra distinto.
-¿Qué? No, yo no… no me… -balbuceé-. No tengo nada con Adrián. Ni siquiera somos amigos –dije con indiferencia, aunque me dolía decirlo.
-¿Y por eso os peleáis por una chica?
Decidí no contestarle.

Tras eso tuve la sensación de que nos habíamos distanciado un poco, pero en esos momentos no me importaba. Porque un día decidí que no podía más y salí a buscar a Isaac.
No sabía dónde empezar a buscarle, por lo que me encaminé al sitio donde lo había visto por primera y última vez. O eso creía. Reprimí un escalofrío al llegar a la calle, aunque estaba desierta.
¿Qué esperabas?, me pregunté, ¿creías que iba a estar aquí esperándote?
Me sentí como una tonta, pero aun así recorrí la calle con la esperanza de encontrarle en algún callejón o algo en lo que no hubiera reparado antes. Pero estaba todo vacío. Cabizbaja, di media vuelta y empecé a pensar dónde podría estar. Podía ser en cualquier parte, en realidad.
En esa misma calle había una cafetería que imitaba a las americanas de los años 50. Había asientos de piel azul y los taburetes tenían el mismo diseño. Las mesas eran de metal, al igual que la barra, y el suelo parecía un ajedrez, con baldosas blancas y negras. De ella salió un camarero que se acercó a mí sonriente.
Pero era una sonrisa casi forzada.
-¿Busca a alguien, señorita? –me preguntó amablemente.
-Pues…
-Venga conmigo –me interrumpió-. Él lleva un rato esperándole.
Después entró tranquilamente en la cafetería. Me adentré con paso vacilante. El local estaba mal iluminado, cosa que no me esperaba. Ese tipo de cafeterías solía ser muy luminosas. Además, apestaba a humo. Pero se podía distinguir una figura al fondo de la sala, de espaldas, mirando lo que parecía ser un póster de alguna película antigua.
Me acerqué hasta encontrarme justo a su lado. Aunque no me miraba, sabía perfectamente que estaba allí. Al igual que yo parecía saber que él era el que iba a darme las respuestas que necesitaba.
Se giró lentamente, con parsimonia. Quise gritar y salir corriendo, pero ya no podía volver atrás. Isaac me miraba fijamente.

domingo, 16 de junio de 2013

¡Novedades! (Sí, matadme)

¡Hola a todos! Después de... más de un mes sin subir nada de nada y no tener apenas noticias mías, he de pediros perdón >.< He desconectado totalmente de la escritura por ciertos aspectos personales y por la cantidad de exámenes que me han mandado hasta ahora. Pero mañana tengo oficialmente vacaciones, y me gustaría volver a escribir y a subir cosillas que espero que leáis.
Os traigo ciertas novedades: 
-En este mes que he pasado ausente, las señoritas Garonne y Kaitt me han nominado a dos premios, de los que haré una entrada. 
-Siento decir que no he escrito casi nada, aunque me pondré a ello muy pronto.
-¡Ya tengo más de 7000 visitas en el blog! Muchísimas gracias.
-Si leo tu blog, me pondré al día lo más pronto que pueda :3 Perdón por no haber podido comentar nada. 
Y, después de esta breve entrada, me despido. 
Gracias por estar siempre ahí ^^
¡Feliz verano a todos, y suerte si os queda algún examen!

jueves, 2 de mayo de 2013

Capítulo 11



Permanecimos varios segundos mirándonos, en silencio y sin movernos, hasta que se acercó un poco y pude ver que llevaba dos mochilas colgadas al hombro: la suya y la mía. En ese momento dos deseos contradictorios peleaban en mi interior: por una parte, quería salir corriendo y no aparecer nunca más delante de Adrián; pero por otra, la que parecía cobrar fuerza, quería lanzarme en sus brazos y darle las gracias por estar ahí.
Me quedé quieta, pensando que, si hacía alguna de las dos cosas, me arrepentiría.
-Estabas aquí – dijo poco después de que la pausa se alargara demasiado. Miró a su alrededor, como si ese lugar le causara cierta nostalgia.
Su tono de voz no mostraba sentimiento alguno, cosa que me irritó.  Mis mejillas enrojecieron y sentí ganas de morir. No tendría que haberme descontrolado de esa forma. ¿Desde cuándo era así? Adrián me alteraba demasiado.
-¿Qué haces aquí? – le pregunté en un susurro. Estaba totalmente confundida.
-He estado buscándote todo el día. Y ya te he encontrado – dijo como si fuera una conversación normal y corriente, casi con indiferencia. Miraba a infinito como si estuviera manteniendo una charla desenfadada.
-No recuerdo haberte pedido que me buscaras – le espeté.
Se giró para mirarme. Entrecerró un poco los ojos, como si intentara descifrar qué estaba pasando por mi cabeza. En esos momentos no lo sabía ni yo.
-No hace falta que nadie me diga nada. Me apetecía, y he venido – repuso con tranquilidad.
-Pues ya te puedes estar yendo – dije de la forma más cortante posible.
Me arrepentí al momento de decirlas, pero ya no podía hacer nada. La tranquilidad había hecho que la rabia volviera a aparecer, y estaba pagándola con él.
En buena parte se lo merecía, pero no podía ser así con él. Y no debía. Se había dedicado a confundirme, pero nunca me había tratado mal. Lo único que me apetecía era retroceder al pasado e inventar alguna excusa para no haber ido a la fiesta.
-¿Crees de verdad que puedes salir de aquí tú sola? – preguntó con incredulidad -. Ya has demostrado que tienes una orientación terrible. Te has metido en uno de los sitios más remotos del bosque, y te aseguro que es bastante difícil salir de aquí.
-¿Y has venido aquí para rescatarme como un príncipe azul? – pregunté mientras ponía los ojos en blanco -. Olvídame. No tengo ganas de hablar con nadie.
Ni de decir más cosas de las que me pueda arrepentir, pensé.
Dicho esto, me levanté y me apoyé de lado en un árbol cercano, a espaldas de él. Quería irme de allí, pero no me atrevía. Adrián tenía razón: mi orientación era terrible, y lo más seguro era que acabara más perdida todavía.
Enfurruñada, suspiré y me crucé de brazos. Mi ansiedad iba aumentando por momentos y temía volver a hacer alguna estupidez más. Intenté pensar en algo que hiciera que la tensión se aliviara, que pudiéramos hablar sin tantas barreras de por medio. Era la primera vez que pensaba en tragarme mi orgullo, pero no podía hacer nada. Él había sido el que había querido que no fuéramos amigos.
Mis pensamientos se vieron interrumpidos por unos brazos que me rodearon la cintura y me elevaron varios centímetros del suelo. Grité de puro terror hasta que me di cuenta de que era Adrián quién me llevaba hacia el interior del claro.
-¿Se puede saber qué haces?  - grité, consternada.
-Me aseguro de que no te vayas. Bastante me ha costado encontrarte como para perderte otra vez – dijo mientras me bajaba al suelo.
Empezó a quitarme, con delicadeza, hojas que se habían quedado enganchadas en mi pelo. Enrojecí de vergüenza. Tendría que tener una pinta horrible. Después, recorrió mi mejilla con su dedo pulgar y lo miró: estaba un poco manchado de sangre, por lo que me dejó claro que lo que parecía ser una pequeña molestia era un buen arañazo. Reparó también en el collar, aunque en ese momento lo tenía escondido debajo del polo. No me lo había quitado desde el sábado, y no quería quitármelo.
Después, me sonrió con la dulzura que le caracterizaba.
-¿Por qué has venido a por mí? Tú… tú no quieres que… - no era capaz de decirlo.
-¿No quiero que seamos amigos?  En ningún momento dije que no quisiera. Pero es lo mejor, al menos durante un tiempo.
-¿Y si dentro de un tiempo ya no quiero ser tu amiga? – le pregunté con toda la inocencia del mundo, aunque él sabía tan bien como yo que no iba a ser así.
-Sandra… llevo buscándote desde que te vi salir del instituto. He recorrido todo el pueblo, toda la costa y medio bosque para poder encontrarte. Estaba empezando a creer que te había pasado algo – dijo con preocupación -. Iba a enloquecer. Hasta que se me ocurrió venir aquí y, por suerte, te encontré. Me siento tan feliz que no puedo estar enfadado contigo. Me importas mucho más de lo que crees, cielo. No lo olvides.
Me quedé unos minutos conmocionada, sin saber qué hacer. Adrián me abrazó, y en ese momento me di cuenta de que estaba llorando.
-Estoy tan confundida –sollocé.
-Siento que tenga que ser así –parecía afectado de verdad-. ¿Quieres que te cuente una leyenda?
-¿Una leyenda? – pregunté, confundida. No esperaba que fuera a decirme eso. Sería algo para distraerme -. Sí.
-Dicen que hace algunos años, en Baste se libró una importante batalla: la lucha del bien contra el mal. Los que estaban en el bando del bien buscaban la paz y la calma entre los habitantes del pueblo. En cambio, los que estaban con el mal buscaban que todo fuera un caos, la muerte y la destrucción. El bando del mal se iba haciendo cada vez más grande y poderoso, mientras que el del bien permanecía igual. Tanto fue así, que los que estaban con el bien tuvieron que hacer zonas ‘’especiales’’. Zonas en las que cualquiera que estuviera con el mal y entrara se quemara y empezara a disolverse, como si el lugar tuviera ácido. En cambio, para los del bien era un lugar tranquilo, se sentían en paz aquí, y lo más importante: era seguro.
>>Eso le dio al bando del bien una importante ventaja en la batalla, aunque no duró mucho. Era inevitable que se produjera la lucha y, cuando se produjo, fue totalmente devastadora. Hubo muertos de ambos bandos, pero finalmente ganó el bien. Se comprometieron en mejorar el pueblo y, como recordatorio, dejaron las zonas especiales intactas. Desde entonces, el pueblo en general ha sido un sitio de protección y paz.
-Es interesante… aunque no es más que una leyenda, ¿no? ¿A qué viene esto? – murmuré confundida.
-¿Y si no fuera una leyenda? ¿Y si… ahora mismo nos encontramos en una de esas zonas especiales?
Un escalofrío me recorrió la espalda. La sensación que había tenido al entrar aquí era muy parecida a la que Adrián había dicho en la leyenda
-¿Quiénes eran los del bando del mal? –quise saber. Estaba casi segura de que no eran personas. Adrián no había empleado ese término en ningún momento.
-Eso no te lo puedo decir. Aunque sí te diré que el mal ha vuelto a Baste, y que en estos momentos nadie está a salvo. Será mejor que nos vayamos ya. Mañana tenemos clase.
Asentí, pero mi mente estaba en otra parte. Si el bien no quería darme respuestas, tendría que recurrir al mal. Aunque me costara la vida.